El cardenal Theodore Edgar McCarrick, tras 14 años pastoreando la Diócesis de Newark, fue arzobispo de Washington entre los años 2000 y 2006. Fue el culmen de su carrera eclesial, al frente de la Iglesia local más influyente en Estados Unidos, como ‘vecino’ del inquilino de la Casa Blanca (coincidió con el demócrata Bill Clinton y el republicano George W. Bush). Tras su jubilación, le sucederían los purpurados Donald William Wuerl (2006-2018), Wilton Gregory (2018-2025) y, desde enero, Robert McElroy.
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Ahora, el que fuera hasta hace poco arzobispo de San Diego se ha visto obligado a apuntalar con firmeza las disminuidas arcas de su diócesis, muy afectadas desde que, en 2018, se conociera que la Santa Sede había condenado a McCarrick por haber abusado de numerosos menores y seminaristas durante décadas, por lo que se le retiró su condición sacerdotal. En buena parte, aunque no solo, por las indemnizaciones a sus víctimas, las finanzas de la Iglesia capitalina han llegado a una situación “agobiante”.
Se reestructurarán departamentos
Tal y como explica él mismo en una carta al personal del centro pastoral, que recoge ‘Catholic Standard’, su medio diocesano, McElroy ha anunciado que “la arquidiócesis necesitará recortar gastos, reducir su masa laboral y reestructurar departamentos para dar cabida a un centro pastoral más eficiente”. En este sentido, se detalla que se “eliminarán” alrededor de 30 puestos del centro pastoral y algunos puestos vacantes “quedarán sin cubrir”. Es decir, que, pese a la “gran tristeza” que ello conlleva, “varios trabajadores perderán sus empleos”.
A continuación, el propio purpurado reconoce que dos de las causas principales de la crisis financiera son “los impactos financieros de la pandemia y las consecuencias del escándalo McCarrick”, que precisamente murió el pasado 3 de abril, a los 94 años.
Diez millones de pérdidas cada año
Ambas situaciones han sido determinantes, además de “un período prolongado de inflación y mercados financieros volátiles”. Así, la caída ha sido tal que el centro pastoral ha tenido “un déficit de unos 10 millones de dólares por año durante cada uno de los últimos cinco cursos”. Hasta el punto de que la archidiócesis se ha visto obligada a “recurrir a reservas financieras” para cubrir los déficits.
Hasta ahora, los 30 empleados que serán despedidos trabajaban en el centro pastoral el Hyattsville, un barrio con fuerte exclusión social en la capital. Si antes del recorte eran 120 los empleados, ahora desaparecerán la cuarta parte de esos puestos.
Ayudarán a los afectados
Con profundo pesar, McElroy concluye así su misiva: “Pido disculpas profundamente a quienes perderán sus empleos. Este proceso no refleja la calidad ni la importancia de su trabajo. Cada decisión fue dolorosa y se hizo necesaria únicamente debido a la realidad financiera que enfrentamos”.
Pese a todo, el arzobispo de Washington también asegura que la Iglesia no mirará para otro lado y ayudará a los empleados afectados “ofreciendo indemnizaciones, beneficios extendidos y servicios de recolocación”.